martes, 28 de julio de 2009

Angelica



Where are you tonight?
Wild flowers in starlit heaven
Still enchanted in flight
Obsessions lament to freedom

5 de la tarde y el sol por la ventana. Veo pasar sombras verdes, verdes de vida y de luz. Montañas que gritan majestuosas, luciendo sus mantos blancos, y ríos que rugen al recorrer furiosos y soberbios los valles. ¿Será verdad que estoy AQUÍ?

En eso me habla un tipo que es inglés, pero que de inglés no tiene nada, salvo la educación y diplomacia en el trato. Más bien parece terrorista islámico. Se entabla entonces la típica conversación entre turistas atónitos ante la belleza de aquellos parajes. Entre medio, trato de ocultar la mala voluntad que existe cuando uno se ve forzado a entablar diálogo con alguien a quien se acaba de conocer. Sólo pienso que en algunas horas me reencontraré con Katrin, mi partner de aventuras en la famosa Tierra Media.

Resulta que el tipo es de padres pakistaníes, lo que justifica sus rasgos físicos. Ha pasado una hora de agradable diálogo y no ha soltado ninguna bomba Molotov o discursos extremistas. El bus se detiene y el chofer ofrece la oportunidad de bajar y recorrer, durante la media hora en que el bus permanecerá estacionado, unos senderos que llevan a las rocas con forma de panqueque.


Con el inglés tomamos fotos a los imponentes paisajes como si el mundo se fuese a acabar. De nuevo me pregunto: ¿será verdad que esté AQUÍ y AHORA?

De vuelta en el bus, melodías fantasmas invaden mi cerebro: A timeless word, the meanings changed, but I'm still burning in your flames. Saco la cuenta y veo que me quedan 9 días. Tan sólo 9 días para abandonar la aventura. Me equivoco: la máxima aventura que me ha tocado vivir. Trato de no pensar en el poco tiempo que me queda y busco conversación con el inglés, pero éste, al igual que la mayoría de los pasajeros del bus, se ha quedado dormido y ya va en su séptimo sueño.


Las melodías fantasmas coontratacan, y ya empiezo a extrañar la Tierra Media. Las caminatas por la ciudad, las noches de cerveza en Dux de Lux, los amigos que llegaron y se fueron de Kiwi Basecamp, la amabilidad de la gente, los paseos en bicicleta bajo la lluvia... trato de pensar en otra cosa, pero las fantasmales melodías traen a mí más y más recuerdos de los juegos de hacky sack, el pescado con papas fritas, los parajes de ensueño y, finalmente, de todas las lecciones de vida que aprendí.

Ya es de noche y el bus finalmente se detiene en Nelson: hemos llegado. Tomo mi mochila, me despido del inglés y del chofer, y camino hacia el hostal. Son sólo 9 días los que me quedan, y he decidido vivirlos como si fuesen los últimos. Ya sé que aún sigo aquí, pero ya te extraño...


Gracias, Anathema.

No hay comentarios: