sábado, 22 de marzo de 2008

Ennio Morricone: una noche de contrastes



Usualmente soy muy positivo para escribir en este blog. Como siempre hablo de cosas que me gustan, no hay lugar para reclamos ni críticas destructivas. Pero hoy, 22 de marzo de 2008, haré la primera excepción a la regla.

Estaba sentado en mi oficina el pasado jueves, trabajando frente al PC, cuando el Pancho me pregunta por MSN si me tincaba ir al segundo concierto de Ennio Morricone, que sería a las 20:30 horas de ese día. El asunto es que le sobraba una entrada y, de puro buena onda, me la ofreció. Obviamente la acepté (o sea...¡ni tonto!), así que quedamos de juntarnos en la tarde para ir a ver a nuestro ídolo. Como vivo a la cresta de la loma (entiéndase Maipú), tuve que pegarme el manso pique para ir desde el centro de Santiago, que es donde estudio, a mi casa a ducharme y cambiarme de ropa (recuerde que la cosa era formal), devolverme al centro a buscar el auto que mi vieja gentilmente me había prestado (¡gracias, mami!), de pasada recoger a la Pepa y al Juampi y, finalmente, ir a buscar al Pancho (lo mínimo que podía hacer, dado que se rajó con la entrada).

El punto es que no tenía previsto que la maldita micro se iba a demorar caleta y que los tacos serían infernales, dado que estábamos en vísperas de un fin de semana largo. Llegamos como a las 19:30 horas al recinto que, por cierto, no podía ser más rasca (al lado del río Mapocho y con maquinarias sonando a ratos). Había unas filas enormes para entrar, y los guardias decían que se debía a que dentro del recinto estaban acomodando a la gente. Como la paciencia es la madre de todas las virtudes, nos resignamos a esperar en una de las filas, como personas civilizadas. La fila avanzaba muy lento, y el germen de la desesperación colectiva comenzaba a aparecer. Cuando estábamos a pasos de entrar, empieza el caos: que no hay más lugares adentro, y que no quedaba otra que esperar si teníamos la "suerte" de ubicarnos en algún lugar.

En ese momento hizo su monumental entrada, en todo su esplendor, la estupidez humana, encarnada en las típicas viejas cuicas weonas que sólo tienen dos neuronas: una para mandonear a la nana, y la otra para hablar cuanta tontera se les ocurra. Una mujer ultra ridícula, cuya posición en la fila no le favorecía para nada, empezó a rogar que la dejaran entrar porque su marido le estaba guardando dos asientos (o sea, ¿¡¿¡¡¿¡de qué estamos hablando?!?!?!!), mientras otra asistente más cuerda, ubicada más adelante, le paraba los carros en seco, por desubicada. En otro lugar, una vieja daba un espectáculo de antología, gritando como chancho y haciéndose la víctima de un ataque de histeria por no poder entrar a ver a su Ennio.

Otra tipa, que ya había entrado, no así su hijito regalón, que estaba haciendo la fila, hablaba por celular prácticamente a gritos, hasta que de repente cortó, rogó a un guardia que dejaran entrar a su guagua y...¡¡¡EMPEZÓ A LLAMARLO A GRITO PELADO!!!
- DIEGOOOOOOOOO, ¿DÓNDE ESTÁS?
- Acáaaaaaaaaaaaa - contestaron al menos 30 voces, burlándose a carcajadas de su exagerada medida.

Lo más increíblemente estúpido que escuché fue a otra vieja que increpó a una guardia morochita por haber dejado pasar a dos niñas porque eran negras. El Pancho, que estaba al lado mío, estaba atónito, y yo muerto, PERO MUERTO DE LA RISA (entiendan que nunca había estado en medio de tantas humoristas). Y la guinda de la torta: una que otra vieja diciéndole al marido: "Gordo, anda a poner orden".


De repente la música de Ennio empieza a sonar, y nosotros todavía en la fila...hasta que la fuerza superó a la razón, y una avalancha humana (en la cual estaba yo con mis tres compañeros de aventura) arrasó con la barrera y el personal de seguridad. Con el desorden, la Pepa y el Juampi se separaron de Pancho y de mí. Cada grupo se ubicó donde mejor pudo, con el fin de presenciar, después del mal rato que habíamos pasado, un concierto mágico, que aún retumba en nuestro cerebro. Las hermosas melodías de "Cinema Paradiso", "El bueno, el malo y el feo" y "La Misión", entre otras, inundaron el ambiente, hipnotizándonos por cerca de una hora. Mención honrosa merecen el coro de la Universidad de Chile (¡magnífico!) y la hermosa cantante que apareció para interpretar alrededor de 3 piezas (lamentablemente no recuerdo su nombre).

Para finalizar, quiero enviar un sonoro ¡¡¡¡FUCK YOU!!!! a la organización del evento que, al contrario de lo que vimos sobre el escenario, fue pésima. No logro entender CÓMO CRESTA EL NÚMERO DE ENTRADAS SUPERABA LA CAPACIDAD DEL RECINTO. Me imagino que los grandes culpables son los organizadores: Celfin Capital. Los muy imbéciles al parecer se volvieron locos repartiendo entradas VIP, y se olvidaron completamente de los esforzados fanáticos (entre los que se encontraba el Pancho) que pasaron la noche en vela frente a la Estación Mapocho para conseguir su entrada. Este es lejos, PERO REALMENTE LEJOS, el espectáculo peor organizado al que he asistido. Muy mal...

Moraleja cara de arveja:
1) Recuerden que Santiago está lleno de tacos desde las 18 horas.
2) Averigüen cómo es el recinto del espectáculo al que irán.
3) Anden siempre con tapones para los oídos (la gente estúpida abunda en este mundo).
4) DESCONFÍEN DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESPECTÁCULOS GRATUITOS.

He dicho.

domingo, 2 de marzo de 2008

Una noche en el Teatro de los Sueños

Tengo que ser honesto. En realidad, no tenía muchas espectativas en el show que Dream Theater realizó anoche. En primer lugar porque inicialmente iba a ir solo (mi mejor amigo del colegio guateó a última hora y no quiso ir conmigo). En segundo lugar, porque una sabia amiga, adicta al rock, me había contado que el recital que los susodichos ofrecieron en diciembre del 2005 fue un espectáculo más bien frío, donde todo el rato se veía a Petrucci tocando a la velocidad de la luz y poniendo sus multicaras de "puta que soy seco". Por último: compré mi entrada antes de escuchar "Systematic Chaos", último disco de Dream Theater, en el cual se basa la gira. Posteriormente lo escuché y simplemente me cargó.

Afortunadamente, recibí una sorpresiva llamada de un viejo amigo (¡gracias por volver!) preguntándome si iba ir. No me quedaba otra, pues la entrada ya la tenía comprada. Cuento corto: como el Itón estaba recién pagado, fue a comprar su entrada y en un rato ya estaba en mi casa, ultra prendido, listo para iniciar una nueva aventura rockera.

El lugar del megaconcierto: centro de eventos Arena Santiago. No lo conocía, pero tenía excelentes referencias, sobre todo del sonido. Como la fila para entrar era kilométrica, con mi socio fuimos a tomarnos unas chelitas y a conversar de la vida para hacer hora. Una vez que entramos, nos llevamos la agradable sorpresa de que el recinto permitía una excelente visibilidad hacia el escenario desde cualquier punto, así que, cual par de flojos, escogimos platea alta norte (con asientos...¡MÍNIMO!). La espera se hizo eterna, sobre todo considerando que los teloneros eran ahí no más. No entiendo como la producción del evento no escogió a una banda más ad hoc, teniendo en cuenta que íbamos a presenciar a una gran banda de ROCK PROGRESIVO, no de heavy metal, y que acá en Chile hay muchísimas bandas de rock progresivo que la rompen (Mar de Robles, Tryo, Crisálida, Entrance, etc.).



Hasta que llegó el momento tan ansiado. El primer tema fue "Constant Motion", el comienzo perfecto, que fue seguido por "Never Enough", del disco Octavarium. El estadio estaba lleno, y el público sencillamente histérico. A partir de ahí, no recuerdo para nada el orden de las canciones, aunque sí puedo decir que los puntos más altos del show fueron los repasos de viejos temas, como la versión extendida de "Surrounded" (con ese tema me hice fan de Dream) y "Take the time" (los malditos le cortaron un pedazo y se sintieron algunas pifias, que fueron acalladas rápidamente por el talento desplegado en el escenario), del disco Images and Words. Otros puntos altos fueron "Erotomania" y "Voices", del disco Awake, y un mix de temas de discos anteriores que incluyó "Finally free", del Scenes from a Memory, y "Octavarium", del disco homónimo. Todos pedimos a gritos que tocaran "Metrópolis", pero los maderfakers no nos dieron en el gusto. Bueno, nada es perfecto en la vida...

Lo que más me sorprendió del concierto fue, en primer lugar, la parte técnica. El sonido fue casi perfecto, pues el bajo de Myung se escuchaba a ratos muy despacio. La iluminación fue sencillamente espectacular, teniendo en cuenta que es un gran mérito coordinar la percusión de Mike Portnoy con las luces. Lo más importante: la entrega de la banda en el escenario fue completa. No sólo se pararon para ejecutar a la perfección las canciones con sus instrumentos, sino que también derrocharon carisma, animando constantemente al público. Finalmente, debo confesar que los temas del "Systematic Chaos" subieron bastantes puntos al escucharlos en vivo (sobre todo "Forsaken" y "The Dark Eternal Light"). Sigo pensando que dista mucho, en cuanto a calidad, de los trabajos anteriores de Dream Theater, pero al menos ha subido a la categoría de pasable.



Mi gran queja es la duración. Esperaba que tocaran por al menos 3 horas, pero el concierto se limitó a 2 horas con 10 minutos. Será para una próxima ocasión, en la que espero que regresen con un disco más progresivo (la fachada metalera no les queda muy bien, en mi humilde opinión) y con las mismas ganas con que tocaron ayer.

¡Hasta la próxima!